EMPRESAS / 9 FEBRERO 2018 / ¿Quién no ha estado en un bar una mañana (o tarde, o noche) tomando una cerveza o vino con amigos y no tiene el recuerdo, de fondo, del murmullo del resto de clientes del bar, el chocar de los vasos, el bullicio de los camareros y la musiquilla característica de las máquinas tragaperras?

Probablemente la mayoría.

Y es que, en España, desde hace décadas, las máquinas tragaperras forman parte de la estética básica de casi todos los bares, aunque es cierto que su presencia es más característica en los de antaño que, junto a la máquina de tabaco y los servilleteros de chapa, eran el ABC de toda cafetería que pudiera definirse como tal. Si rozamos ya la treintena -y en adelante- seguro que nos vienen a la memoria media docena de establecimientos de los citados. Y Madrid, como no puede ser de otra manera, no es una excepción. Siempre ha habido una enorme tradición de máquinas de slots, donde el cliente de turno aprovechaba los minutos del café para echar una partida y probar suerte.

Sin embargo, el tiempo no pasa en balde y el negocio de los juegos de azar y apuestas, como cualquier otro, se ha ido adaptando a las nuevas oportunidades tecnológicas. Máxime desde la regulación del juego online en nuestro país de hace unos años, que ha multiplicado el número de empresas y portales web dedicados a este sector, que mueve cifras millonarias en todo el mundo.

Estos operadores, sujetos a estrictas regulaciones, han de recibir la licencia correspondiente de cara a hacer negocios en nuestro país, algo que es fácilmente reconocible en sus páginas, pues todas ellas (las que tienen la licencia) cuentan con el distintivo ‘Juego Seguro’, que establece la legislación vigente.

Lo mismo que las máquinas tragaperras físicas que todos conocemos, existen hoy las tragaperras online, presentes en todos los casinos digitales, la mayoría de las cuáles funcionan exactamente igual, con la ventaja de que la oferta es mucho mayor (a fin de cuentas en el bar hay una máquina y en estos portales, decenas) y permiten opciones de configuración que no podríamos llevar a cabo en una máquina física.

Tampoco son el único juego que ha traspasado la barrera de la pantalla: blackjack, bacará, póker, ruleta (francesa o americana), bingo, y como no, las consabidas apuestas deportivas (que mueven cifras astronómicas), están a disposición de los jugadores como en cualquier otro casino físico, con las ventajas obvias que ofrece el juego a través de la red: anonimato, horarios libres, oferta y posibilidad de hacerlo en cualquier lugar que disponga de una conexión a la red. Un sector en auge que se complementa con el juego de toda la vida, a disposición del cliente de ayer y de hoy.

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