Los detenidos engañaban a los repartidores de paquetería, haciéndose pasar por los familiares o amigos de los destinatarios de los teléfonos
MÓSTOLES/ 8 NOVIEMBRE 2018/ Agentes de la Policía Nacional han detenido en Móstoles a cinco integrantes de un grupo criminal organizado que se dedicaba a estafar a repartidores de paquetería, con las que se apropiaban de teléfonos móviles de alta gama, de los cuales han sido recuperado un total de doce terminales.
Según han explicado fuentes policiales en un comunicado, estas cinco personas, que han sido acusados de delitos de estafa, receptación, usurpación de identidad y pertenencia a grupo criminal, engañaban a los repartidores de paquetería, haciéndose pasar por los familiares o amigos de los destinatarios de los teléfonos.
La investigación comenzó a principios de verano, cuando el repartidor de una empresa de mensajería denunció que un cliente había interpuesto una reclamación por no haber recibido un paquete, asegurando que dicho paquete se lo había entregado a una persona que se hizo pasar por familiar del legítimo destinatario.
Una vez los investigadores se pusieron en contacto con la empresa de mensajería, fueron informados de la existencia de otros sucesos similares en diferentes localidades de la Comunidad de Madrid, que una vez analizados, demostraban seguir el mismo ‘modus operandi’ de los implicados.

Mismo ‘modus operandi’
Siguiendo el mismo patrón de actuación, un individuo esperaba al repartidor en el portal o en la puerta de acceso a la vivienda o negocio del destinatario de un paquete, y cuando se dirigía a realizar la entrega, era abordado por éste.
Tras identificarse como familiar o conocido del receptor, le interpelaba acerca del envío, facilitando nombre y apellidos del destinatario, y le explicaba que estaba esperando para recogerlo, debido a que al legítimo receptor, le había resultado imposible recibir el paquete, y le había pedido que fuese a recepcionarlo.
“Que este individuo le facilitase los datos del destinatario, es lo que hacía que el repartidor confiase, y le hiciese entrega del mismo“, señalan los investigadores, quienes llegaron a la conclusión de que estas personas eran conocedoras del lugar, la fecha y la hora en la que los destinatarios iban a recibir los teléfonos móviles, así como de los datos de identidad éstos.
Una vez que se hacían con los teléfonos móviles, que procedían todos de la misma compañía, les daban salida en un local de compra-venta de telefonía ubicado en la capital, donde se estima que el valor total de lo sustraído asciende a unos 50.000 euros.
Tras la investigación, los agentes determinaron que se trataba de un grupo criminal organizado, donde las funciones estaban claramente definidas y en cuya cabeza se encontraba un individuo que tenía acceso a la información sobre de los envíos y los destinatarios, y facilitaba estos datos a los integrantes del siguiente escalafón.
Estos eran los encargados de recepcionar los envíos, haciéndose pasar por familiares o conocidos, para posteriormente venderlos en un establecimiento de compra-venta de telefonía móvil, donde entraba en juego el último eslabón de esta organización, el dueño de local, que daba salida a los diferentes terminales.